miércoles, 27 de abril de 2011

Tengo hambre de victoria.

Avanzo lento pero pleno
cansado de soportar 
y tenerme que consolar,
cuando por fin probé el veneno
y descubrí que no me iban a escuchar
pero escrito sería eterno.

Marco un antes y un después 
en una historia vacía,
cuyo fin sólo seguía 
la fría monotonía del día a día.

Ahora me encuentro en cada párrafo,
me escucho sin necesidad del bolígrafo
aunque sigue aquí a mi lado,
a diferencia de otros tantos que ya he olvidado.
Me he volcado a cada momento del pasado,
el fin no es final poque mi historia todavía no ha terminado.

¿Por qué vuelvo a las andadas? Me pregunto todavía,
sin encontrar un abrigo que calme mis noches frías.
Pero estoy aquí, preso de este sentimiento
que llevo dentro, encadenado,
atento a mis movimientos.

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